Yo creo. Creo que no estamos aquí por mera casualidad. Creo que todos tenemos un objetivo y una misión por la cual estamos aquí. Me es muy difícil pensar que todo es ciencia, que la única forma de conocer es por medio de la razón y que no existe un más allá. Somos mucho más de lo que conocemos de nosotros mismos y si cada uno hiciera lo que debe hacer, el mundo ardería de amor porque estamos llamados a amar y esa es la clave de la felicidad.


lunes, 14 de febrero de 2011

No hay distancia que esté lejos

Cuando sales de tu país tan joven y conoces la travesía de recorrer el mundo aprendes a lidiar con la distancia. Dicen que no es buena compañera de las relaciones. Yo creo lo contrario. La distancia es la prueba de fuego: creo que las relaciones que valen y perduran son aquellas que rompen las barreras del espacio y el tiempo. Y no me equivoco: la distancia es como el viento, apaga los fuegos pequeños y enciende los grandes. Gracias a la distancia se descubre a  los grandes amigos, aquellos que incluso en las peores circunstancias (nada como unos cuantos miles de kilómetros), siguen ahí. 

Pero hay algo que sin duda confirma mis palabras, el reencuentro. Es emocionante y a la vez una paradoja. Es como si el tiempo no hubiera pasado ni la distancia existido. Este fin de semana viví ese reencuentro con mi prima Paula. La última vez que la vi ella tenía unos doce o trece años y yo alguno más que ella. Paula nació en Estados Unidos y por tanto siempre hemos vivido en lugares diferentes. Por eso el reencuentro se torna en nuestro punto de unión entre tiempo y tiempo. Es como si dibujáramos una línea de tiempo y cortáramos los espacios en los que hemos vivido separadas, formamos sólo una línea común llena de recuerdos y vivencias que hemos tenido la gran felicidad de recordar en estos días. 

Me ha dado una alegría inmensa verla y saber que a pesar de todo seguimos queriéndonos y sintiéndonos familia (algo que sin duda se valora mucho más con el pequeño detalle de la distancia). Paula siempre ha significado mucho para mí y para mi familia. Fue la prima que más nos visitó cuando estuvimos viviendo en Perú  y en cada una de sus visitas ella rápidamente se convertía en una más del clan, lo que despertaba en mí sentimientos de hermana mayor. 

¡Hecho y comprobado! Este fin de semana nos hemos vuelto a juntar, pero esta vez en la madre patria. El destino quiso que Paula estudiara un semestre en la Universidad Carlos III de Madrid y por supuesto no pudo faltar una visita a su familia. Es un orgullo descubrir que mi prima es una joven linda, simpática y llena de alegría. Su forma de reír, de dar una chispa de humor a los comentarios, su forma cariñosa de hablarnos y sobre todo su sencillez despertaron en mí y en mi familia toda esa conexión que siempre ha existido entre nosotros. Compartimos muchas conversaciones para ponerlos al día, practicamos el spanglish, que nos sale a la perfección, disfrutamos de una espectacular "noche de chicas" el viernes, donde tuve el "agrado" de pelearme con el DJ para que nos pusiera una canción.


Pero el domingo fue completo: todos juntos visitamos el mercadillo de Guardamar, un trocito de España que parece una Torre de Babel, lleno de gentes de todo el mundo: alemanes, ingleses, africanos, árabes y muchas nacionalidades más (chilenos y estadounidenses, nosotros). Me llamó la atención la cantidad de carteles en diferentes idiomas; desayuno escrito en alemán "frühstück" y en inglés "breakfast", entre medio de cientos de puestos que vendían de todo un poco: fruta, ropa, libros, gafas de sol, bolsos... tuvimos el agrado de conocer a un chico que en su empeño por vender nos dijo: "Si me compra un bolso, le regalo unos zapatos, si me compra unos zapatos, le regalo un bolso" y mientras nosotros seguíamos caminando entre risas y gritos escuchamos: "¡Mucho crisis!¡Y en mi país también!", ¡un punto a favor!, por la simpatía.


Nada mejor que un mercadillo multicultural junto a Paula para divertirnos y disfrutar en familia de una mañana de domingo. Después de una barbacoa en honor a nuestra visita, terminamos el día con la puesta de sol en la playa de Guardamar, mientras Paula tocaba por primera vez el agua del Mediterráneo, en pleno invierno (no puede faltar la foto mítica de todos los miembros de mi familia tocando el Mediterráneo).


Y ahora estoy aquí, en el aeropuerto. He perdido el autobús que me lleva a Elche por alargar al máximo nuestra conversación y me veo obligada a esperar una hora al siguiente. Pero no me aburro en los aeropuertos, al fin y al cabo son un lugar de encuentros y despedidas, el lugar de comienzo y de fin de la espera y de la distancia. Hace sólo unos minutos me he separado de Paula, pero cada minuto que pasa es uno menos que queda para el reencuentro. Hemos quedado en organizar futuras visitas. También, dentro de nuestras conversaciones, quedan muchos proyectos y aventuras juntas... pero ahora, a corto plazo, ella debe disfrutar de su intercambio y yo... dejar de pensar tanto... ¿verdad Paula?... y como buenas primas hemos hecho un trato, del que no hay vuelta atrás, por tanto Paulita,


¡Done deal!




3 comentarios:

  1. qué bonito, maca...... te quiero.
    Lorena.

    ResponderEliminar
  2. QUÉ BONITO MACA. OS CONOZCO HACE MUY POCO TIEMPO, PERO SÉ QUE SOIS UNA FAMILIA MUY ESPECIAL Y OS MERECÉIS QUE OS VAYA FENOMENAL.ADEMÁS SOIS TODAS UNAS ARTISTAS. UN BESO.

    ResponderEliminar
  3. Cada entrada... está más llena de tí, cada post es más Maca que el anterior ;)... La vida pone pruebas difíciles, pero siempre nos echa un cable para salir adelante, estoy segura que Paula te ha repuesto las pilas!!! ;)

    Te quiero, x siempre

    P.S. Ese mercadillo del que hablas en el blog es en el que yo vendía!!! jajaja

    Gemito Grillo!!!

    ResponderEliminar

Twitter